Soy un hacedor

Soy un hacedor

20/06/2023 0 Por Alias_Sanscrito
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DOLOR Y DINERO, la comedia de acción con Mark Wahlberg, Dwayne Johnson y Anthony Mackie. Basada en el increíble hecho real de un grupo de entrenadores personales en el Miami de los noventa, que persiguiendo el sueño americano, acaban atrapados en una trama criminal con un final inesperado.

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El karma yoga y el hacedor

Hemos hablado en este blog de la ira (क्रोध krodha). Sí, esa emoción que a veces nos embarga y que tiene el rasgo principal de que es un inconmensurable cabreo que nos entra ante situaciones que, generalmente, no nos corresponde cambiar.

Y es que la ira nos sucede a todos cuando nos sentimos injustamente tratados por el «destino». Ese destino toma curiosas, momentáneas y entretenidas formas ante nosotros: 

  • Cuando el vecino nos ignora, y no responde a nuestros saludos.
  • Cuando la «suerte» nos maltrata, no nos señala con el dedo ante los numerosos intentos de ganar más dinero, obtener esa pareja ideal que nos haría tan felices…
  • Cuando vemos a las mujeres o los hombres que nos gustan y, literalmente, ni nos miran.
  • Cuando el jefe no te paga lo que te mereces, con lo mucho que valemos.
  • Cuando sucede que no tenemos ni un euro en la cuenta y nos entra un enorme recibo para cobrar. 
  • Cuando la Agencia Tributaria nos inspecciona, y no sabemos por qué está empeñada en inspeccionar todo nuestro pasado fiscal.
  • Cuando nos jode la situación política de nuestro país, que es tan deplorable que merecería ser cambiada… a nuestro parecer y nuestra forma de pensar.
  • Cuando vemos a ese amigo que está contínuamente haciendo un desastre con su vida.

Entonces, nos invade la sensación de cabreo… de ira…

¿Donde está la raíz de este cabreo?

Como hemos visto en otras ocasiones en este blog, refiriéndonos a este problema, la ira surge del deseo insatisfecho. Llegábamos a la conclusión de que, en la medida en que nos enfoquemos en los sentidos, esto nos va a generar deseos que, en la mayoría de las ocasiones no podrán ser satisfechos, y esta situación nos va a provocar frustración y, por tanto, ira. 

Pero vivimos en el mundo, nuestra realidad es cada día un entorno más estimulante (entiéndeme: con más estímulos) y es difícil zafarse de ellos. 

¿Cómo solucionar esto?

No seas hacedor

He insertado al comienzo de la entrada la escena del «hacedor» de la película DOLOR Y DINERO, escena que me llamó mucho la atención hace años. Esta escena responde a la filosofía dominante en occidente (y en muchos sitios de oriente) de que tomando las riendas de tu vida, siendo un «hacedor», vas a conseguir todo lo que te propongas. El ejemplo clarísimo es que afirma el conferenciante en la película: «ahora puedo elegir entre estas siete monadas», a lo que reacciona el protagonista diciéndose: «este tio me entiende». Claro que te entiende, hombre, porque ha ido directamente al fondo del deseo, algo que compartimos todos los seres humanos porque es parte de nuestra esencia, biológica, cultural, derivada de nuestro instinto de supervivencia. 

Sin embargo, convertirte en hacedor tiene efectos secundarios, y es que en cada acción realizada, atribuida al Jiva, éste construye sus límites. Es decir, con cada éxito conseguido por ese hacedor, se levanta una característica negativa del ego o limitación. A ver si me explico mejor…

El Jiva

Recuerda que el Jiva es una ilusión. El Jiva es el pseudo-yo que todos creemos ser. Muchos no tienen ni idea de eso, simplemente sienten que son ese cuerpo, quizás como mucho identifican su mente, como un software incluido en el paquete. Pero todo eso es falso. Esto lo puedes volver a leer en la serie Drig-Drishya-Viveka, que nos habla de la diferencia entre el observador y lo observado. Por ejemplo, aquí.

Sí, tú eres una ilusión que nace de falsas identificaciones porque ese YO parece ser “el alma individual”, el “yo” encarnado. Se puede ver y tocar. Este es el “pseudo Sí mismo.” Pero no olvides nunca que lo único consciente en todo el montaje es el Ser y el Jiva toma prestada su Energía y vitalidad del Ser y la considera como propia, como un ladrón.

Se erige en jefe del “ser individual”. Realmente es “lo que es visto” por el Testigo, pero piensa que es él el “que vé”. La percepción realmente la realiza el testigo, no el Jiva.

Pero… si no soy hacedor… ¿cómo vivo?

Es difícil vivir sin hacer cosas ¿verdad?… necesitamos trabajar para comer y vivir, para mantener a nuestra familia, para tener una casa, para no terminar en la calle. Hay que llevar negocios, y es necesario que funcionen para poder mantenernos. 

Pero, piensa un momento: ¿puedes seguir trabajando sin ser un «hacedor»?… claro, tan sólo tienes que dejar de poner la autoría de tus acciones en el Jiva. Si haces esto, conseguirás reducir el peso y el volumen del «hacedor», del Jiva. 

¿Y en quién pongo la autoría de los actos?… en el Ser que te sostiene, que es realmente el único que existe, y que comparte la esencia con todo lo que existe: Dios. 

Si lo piensas un poco, todo se lo debes a Dios, ya que Él es quien te da la vida. No te será difícil atribuirle tu trabajo, tus hábitos, tus construcciones, etc… y de esa manera vas quitándote protagonismo. Así, fíjate con lo que abríamos este artículo:

Fíjate en la diferencia:

  • Cuando el vecino nos ignora, y no responde a nuestros saludos, piensa que no eres tú quien le saluda, sino que es Dios a través de ti.
  • Cuando la «suerte» nos maltrata, no nos señala con el dedo ante los numerosos intentos de ganar más dinero, obtener esa pareja ideal que nos haría tan felices… piensa que no eres tú el que no consigue la suerte, sino que es Dios ocupando tu lugar…
  • Cuando vemos a las mujeres o los hombres que nos gustan y, literalmente, ni nos miran, piensa que no te ignoran a ti, sino al «personaje» ocupado temporalmente por Dios, que realmente no existe…
  • Cuando el jefe no te paga lo que te mereces, con lo mucho que valemos, piensa que, siendo Dios quien hace tu papel, por algo será… que quiere esa situación.
  • Cuando sucede que no tenemos ni un euro en la cuenta y nos entra un enorme recibo a cobrar, piensa que Dios lo quiere así, ya que la cuenta es suya.

Entonces, nos invade la sensación de relajación, no nos sentimos directamente perjudicados. Esto es karma yoga. Y lo mejor: la ira no aparece porque no hay nadie que resulte afectado. Es el resultado de hacer desaparecer al sujeto activo.

Es decir, cuando disolvemos el Jiva, nadie trabaja, nadie es admirado, nadie es despreciado, nadie tiene éxito, nadie es odiado, nadie es inspeccionado… NADIE.

Cuando reforzamos el Jiva

Cuando somos «hacedores» nos encontramos con una potenciación del Jiva, es decir de ese «sujeto ficticio que está sostenido por el Ser y que realmente no existe, pero que se puede ver y tocar y que da la apariencia de estar vivo». Y claro, cuando ese personaje es joven todo parece muy «bien»… escucha esta entrevista: https://youtu.be/0aiSiZKnBA0